Ahora quiero amar algo lejano...
algún hombre divino
que sea como un ave por lo dulce,
que haya habido mujeres infinitas
y sepa de otras tierras, y florezca
la palabra en sus labios, perfumada:
suerte de selva virgen bajo el viento...
Y quiero amarlo ahora. Está la tarde
blanda y tranquila como espeso musgo,
tiembla mi boca y mis dedos finos,
se deshacen mis trenzas poco a poco.
Siento un vago rumor... Toda la tierra
está cantando dulcemente... Lejos los bosques se han cargado de corolas,
desbordan los arroyos de sus cauces
y las aguas se filtran en la tierra
así como mis ojos en los ojos
que estoy sonañdo embelesada...
Pero ya está bajando el sol de los montes,
las aves se acurrucan en sus nidos,
la tarde ha de morir y él está lejos...
Lejos como éste sol que para nunca se marcha y me abandona, con las manos hundidas en las trenzas, con la boca húmeda y temblorosa, con el alma sutilizada, ardida en la esperanza de este amor infinito que me vuelve
dulce y hermosa...
Me pasaron cosas tontas e importantes hoy ... Todas te las he querido contar. No es la primera vez que pasa esto, pero el vacío en ésta ocasión se siente tan distinto, he caminado todo el día teniendo mi corazón fuera de mi, sin poder respirar profundamente, llorando con mucha facilidad y con la necesidad enorme de entender algo que nunca en tantos años he podido comprender... Quiero abrazarte
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